Focaccia de romero

        Después de unos cuantos acercamientos entre la KMix y yo, ya nos hemos hecho buenas amigas.

     Ya la he desenvalado por completo de la caja y ya le he encontrado un rincón privilegiado en mi cocina.

La mimo, la cuido, como si de oro se tratase, porqué gracias a mi Rey Mago particular, a partir de ahora os podré sorprender con recetas del copón (aunque seguiremos trabajando a mano para aquellos que no tengáis maquinaria).

Hoy os traigo de nuevo una receta de focaccia. Digo de nuevo, porqué hace ya casi dos años, que con mi primera maquinita ya hice una focaccia (aquí), pero os aseguro que nada que ver. Si esa estaba buena, esta está superior. 

La receta base es la Lorreine Pascale, una de las cocineras que están más de moda.  Libros, programas de televisión,.... Un Jamie Oliver en versión femenina. La he adaptado un poco a lo que cantidades se refiere, y os aseguro que está buenísima. Además, lleva muy poco trabajo para los resultados tan buenos que conseguimos.

¿ Amasamos este fin de semana ?

Ingredientes (para 1 focaccia de unos 850 gr. La de la foto):

520 gr de harina de fuerza

2 c/postre de sal (rasas)

9 gr de levadura seca de panadero

75 gr de aceite de oliva virgen extra

250 gr de agua templada

     Para el acabado:

Unos tallos de romero fresco

Agua

Sal en escamas

Aceite de oliva virgen extra

Preparación:

Empezaremos poniendo la harina de fuerza en el bol del robot de cocina, incorporaremos la levadura y empezaremos a remover. 

Nota: Deberemos poner el gancho de amasar en el robot de cocina.

Poco a poco iremos añadiendo el agua y dejaremos que vaya amasando a una velocidad baja. Cuando ya tengamos una pasta, sin harina seca, añadiremos la sal y el aceite y amasaremos de nuevo a una velocidad baja hasta que se haya integrado bien en la masa, y una vez tengamos una masa integrada, aumentaremos la velocidad y dejaremos amasar unos 10-12 minutos. Veréis que queda una masa lisa, sin imperfecciones.

Nota: en el caso de hacerlo a mano, lo haremos dentro de un bol grande y ayudándonos al principio por una pala de madera  hasta que estén todos los ingredientes mezclados, y al final haremos un amasado a mano. Estirando la masa desde un extremo hacia el centro y así todas las repeticiones que sean necesarias hasta que consigamos una masa lisa.

Una vez hayamos amasado bien nuestra masa, taparemos el bol con un paño y la dejaremos reposar una media hora, para que la masa se relaje y la podamos trabajar bien. Pasada esa media hora, volcaremos la masa encima de la encimera (un poco aceitada si os da miedo trabajar con las masas) y la desgasificaremos un poco (eso lo haremos estirándola de los extremos y doblándola sobre si misma, unas cinco o seis veces será suficiente).

Antes de darle forma os aconsejo que la pongáis encima de un papel de horno o silpat. Para darle forma, ayudaros de un rodillo para extenderla bien y conseguir un grosor de algo menos de un centímetro, aproximadamente. La taparemos de nuevo con el paño de cocina, y la dejaremos en un lugar cálido y fuera de corrientes de aire para que fermente. Esperaremos hasta que doble su volumen, una hora u hora y media estará bien

Mientras dejamos que leve, lavaremos bien los tallos de romero, y los dejaremos en remojo (así evitaremos que mientras horneemos la focaccia se nos quemen). Precalentaremos el horno a 180ºC.

Una vez haya levado, con la ayuda de un dedo (algo enharinado), le haremos unos huecos, sin llegar a rasgar la masa. Colocaremos los tallos de romero (que habremos escurrido) dentro de estos huecos, y espolvorearemos con escamas de sal. Hornearemos la focaccia a 180ºC durante 35-40 minutos a una altura media. Ya veréis como sube y se va dorando lentamente. Es precioso ver el horneado.

Cuando ya esté lista, la retiraremos del horno, y rápidamente le añadiremos aceite de oliva virgen extra en abundancia, hasta que quede bien cubierta y la corteza coja un tono dorado brillante precioso. Éste paso enriquecerá la focaccia de un modo espectacular y al ser un aceite crudo va fenomenal para nuestra salud (con moderación, como todo).

Ya sólo os queda dejarla templar un poco e hincarle el diente. Os aconsejo comerla templada, aunque fría también está genial. Como podéis ver en las fotos queda una miga espectacular: amarilla, con tropecientos alvéolos, y con un sabor...... 

Os servirá para acompañar comidas o cenas, para picar entre horas, para comer sola o con un buen jamón ibérico......Os aviso que una vez la probéis no querréis parar de comerla.

Nota: si os sobra, aguanta muy bien de un día para otra dentro de la nevera envuelta en papel film, y dándole un golpe de horno cuando la vayamos a consumir.

¿ Amasaréis y hornearéis este fin de semana ? 

Os animo a que lo hagáis, vais a gozar, y haréis gozar a quienes la coman.

Espero que os guste y paséis un feliz finde.

P.D: Sólo una cosa.....el mundo panarra engancha. Así que en EQNME seguiremos haciendo pan.